Esta es la etapa central del viaje, y lo más destacado será la visita a Grein.
Amanecemos en Wallsee, y decidimos salir a comprar desayuno y montarnos nuestro habitual buffet en la habitación del hotel (fruta, dulces, yogurt, café, zumo...). El pueblo no está mucho más animado que por la tarde, tod@s los austriac@s deben de estar repartidos entre Canarias y Andalucía.

Castillo de Wallsee, de propiedad privada
Las subidas de ayer se hacen notar, y hoy parece que a todos se nos hace el día un poco durillo. Al menos empezamos la jornada bajando (todo lo que subimos ayer, claro). El bonito castillo de Wallsee no se puede visitar, por lo que bajamos al puente que ayer estaba cerrado, pero hoy ya abre. El puente es una central hidroeléctrica, y casualmente cerraba unos días por mantenimiento, pero el hotel ya nos había avisado con antelación que el día de llegada no podríamos cruzarlo pero el de salida sí.
Pedaleamos sin paradas los 20kms que nos separan de Grein, y antes de llegar paramos a descansar en un parque y hacer unas fotos de las bonitas vistas del pueblo.


Cada uno descansa a su manera

La visita al Stadteater (situado en el edificio del ayuntamiento) es imprescindible.
El teatro fue construido en 1791, siendo el más antiguo de Austria que se conserva en su estado original. Además, sigue habiendo espectáculos regularmente. Tras pagar la entrada (4'5 y 2'5 euros), se van visitando algunas salas donde exponen atrezzo, carteles... Hay un lugar que era donde estaban los presos, y podían ver por un agujero las representaciones. Esta parte es un museo convencional. Pero cuando accedes al teatro... yo me quedé alucinada. Todo es de madera, irregular, pequeño... las sillas parecen de juguete. Hay un agujero en la pared con una cortina que era el wc, y pone que la gente desde ahí asomaba la cabeza para no perderse la representación.
Tras visitar este curioso lugar, damos un paseo por el pueblo. Es bonito, como todos en Austria, y tranquilo, también lo habitual. Compramos un adaptador para llevar el móvil en la bici, y poder ver el GPS los Geocaching sin jugarme la vida.
Tras tres días sobre ruedas, empezamos a ser profesionales (jejeje).
Compramos unas cerezas para postre y comemos en un parque, llevamos pan y embutido como otras veces. Mirando en Geocaching veo que hay un mirador cerca donde poder firmar un caché.
Allá vamos.

Pese a las protestas de todo el mundo por tener que subir la cuesta, llegamos al Kalvarienberg. Uno de esos lugares que descubrimos gracias a Geocaching y merecen la pena. La vista de Grein desde arriba también es chula, podíamos haber comido aquí.
Decidimos cruzar a la orilla sur en barco, pues vemos que el tramo que viene por el norte transcurre junto a una carretera muy transitada. Pagamos unos 9 euros los tres.

El resto del camino hoy se hace un poco largo, parece que no vamos a llegar nunca. Vamos por una senda junto al río, y paramos a firmar algunos cachés muy curiosos. Para los aficionados, prestad atención en esta zona.
En Ybss hay un museo de la bici al que no entramos, pero puede ser una visita interesante para familias.
En lugar de eso nos comemos unas tartas y seguimos la ruta. Volvemos a parar a tomar un refresco antes de Pochlarn. Agotados, cruzamos el puente y llegamos a nuestro alojamiento en Kleinpochlarn. La primera impresión es bastante decepcionante, pero las habitaciones son muy acogedoras y modernas, y el desayuno de los mejores hasta ahora.
Tras la ducha, agotados, caminamos hasta el mejor (y único) restaurante del pequeño pueblo, el italiano La Luna. Muy bueno y a buen precio.
El mejor broche para esta etapa.


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