El lago Titicaca es el lago navegable más alto del mundo (3812m.s.n.m), y es un destino incluido en la mayoría de viajes a Perú. Yo personalmente es el lugar del que prescindiría si andas mal de días, luego explicaré por qué.

Si, como nosotros, vas a cruzar a Bolivia, puedes hacer una noche en Puno y sacar tus propias conclusiones.
A nosotros ya nos habían advertido de lo mal montado que está la visita al lago Titicaca de cara al turista. Pero la sensación que nos dejó el tour de un día fue aún peor de lo que habíamos imaginado.
Vayamos por partes.
LLEGADA A PUNO DESDE AREQUIPA
Nuestra llegada a Puno es desde el valle del Colca. Pagamos 25 dólares por persona para que nos lleven sin tener que volver a Arequipa. Si vas en autobús desde esta ciudad te puede salir 4 veces más barato, pero por cuestiones prácticas nos decantamos por la opción más rápida.

El viaje nos lleva unas 5h o más desde Patahuasi, donde nos separamos de la gente que se vuelve a Arequipa. Resulta muy cansado, después de habernos levantado a las 5 para ir a ver los cóndores. Surgen complicaciones por obras en un tramo y tráfico denso en Juliaca. Si no, cuesta unas 3h y media.
Si haces el trayecto desde Arequipa serán unas 6-7 horas, y puedes hacerlo incluso en bus-cama nocturno. En cualquier caso, no veo posible el mismo día que vuelves del Colca meterte el viaje hasta Puno. Agotador, y no digamos si te fijas en los cambios de altitud Colca-Arequipa-Puno.
Nuestro hotel de Puno está en la calle principal. Llegamos de noche y hace un frío helador. Pedimos cambio de habitación por el ruido de negocios cercanos y después una estufa. Aún y así pasamos una noche bastante desapacible. Teniendo en cuenta el clima húmedo y frío de esta ciudad aconsejo pagar un poco más y buscar un hotel con calefacción. Todos los empleados estaban con gruesos abrigos incluso en la recepción.
TOUR DE UN DÍA EN TITICACA
El mismo hotel nos consigue una plaza para el día siguiente hacer Islas Uros y Taquile. Pagamos 65 pesos por persona que incluyen:

- transporte hotel-puerto-hotel
- navegación con guía
- parada en islas flotantes
- comida en Taquile
Tras recogernos a las 7 en el hotel, nos llevan al puerto donde nos dejan en manos del que será nuestro guía. Desde las primeras explicaciones no me da buenas vibraciones. Sus sermones son… muy sermones. No sé explicarlo. Siento los chistes forzados, demasiado resabido, y poco respeto hacia el turista.

Al llegar a las islas flotantes de Uros se confirman mis sospechas. Nos reciben unas supuestas habitantes de la isla y el guía intenta hacernos creer que viven ahí, cuando es obvio que no. Nos cantan canciones en diferentes idiomas («Vamos a la playa» para los españoles ¿en serio?), teatralizan el supuesto trueque que hacen en el mercado, nos enseñan cómo construyen las islas, cómo supuestamente cocinan…. Todo con gran dramatismo, dando pena de lo que sufren viviendo ahí.

Nosotros pasamos una vergüenza total, nos tratan como tontos y también a ellas. Pero aún nos queda mucho show por delante.
Nos meten en pequeños grupos a ver «sus casas». Una vez dentro intentan sin gracia que compremos artesanía. Nos medio obligan a montarnos en los barcos de totora pagando 10 soles por persona ( el plan B sería quedarte en 10 metros cuadrados de isla con las chicas a las que no hemos comprado nada). El paseo es ridículo, reman durante 10-15 minutos hacia ninguna parte.

Y por fin volvemos aliviados a nuestro barco. Nos vuelven a parar en otra isla flotante repleta de turistas donde venden snacks carísimos, hay un baño carísimo y te ponen sellos de recuerdo.
Para entonces ya estamos súper cabreados y desmotivados. Cada vez que el guía dice «Happy group» (sí, ésa es la llamada para nuestro grupo) me sale humo por las orejas.
Navegamos hasta Taquile, y no podemos negar que el lago es muy pintoresco. El día, además, es soleado, y las vistas estupendas.
Caminamos hasta el restaurante donde nos sirven sopa de quinoa y trucha o tortilla de verduras para los vegetarianos. Conocemos a algún otro turista. Todo va bien hasta que el guía vuelve a sacarnos a un lugareño de unos 99 años y nos mete otro rollo de toda su sabiduría y sacrificios (que no pongo en duda). Hace una danza patética, e incluso saca a bailar a alguna turista despistada. Y luego pasa una cazuelita. Terrible.

Yo además tengo el día bastante flojo con el mal de altura, así que sólo quiero que la excursión termine.
Nos dan la opción de caminar a lo alto del pueblo y bajar hacia el otro lado, donde nos esperará el barco con la gente que no tiene fuerzas para subir más. Es la mejor decisión del día. Libertad, paseo, naturaleza.

Finalizamos el periplo haciendo una siesta en el barco de vuelta. Tenemos toda la tarde libre en Puno, lugar que no tiene nada para ver.
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