Chiang Mai fue uno de los lugares que más nos gustó del viaje por Tailandia. Es una ciudad que ofrece muchas actividades, cómoda y tranquila para moverse y con grandes atractivos turísticos.

Nosotros llegamos volando desde Bangkok con NokAir. Nos alojamos en el SK House 2 y es una buena opción. Económico, familiar, con piscina, bien situado… desde el mismo hotel puedes reservar varias actividades, como la excursión para ver elefantes o el curso de cocina. Las habitaciones son básicas, pero por ese precio más no se puede pedir.
El primer día visitamos el templo Chiang Man, al lado del hotel, que es el más antiguo de la ciudad.
Después, como es domingo, nos acercamos a cenar y visitar el Sunday Market.
Procurad que vuestra visita a Chiang Mai incluya un domingo, pues el mercado es realmente impresionante.
No te da tiempo a pasear por todas sus callejuelas, te perderás por ellas. Mi padre, de hecho, se perdió literalmente durante media hora o más, vaya agobio hasta volver a reunirnos.
El segundo día teníamos reservada la actividad estrella para toda la familia: los elefantes. Por 1800 Bahts por persona (unos 45 euros) te recogen en el hotel por la mañana, y te llevan de excursión, incluyendo:
- Un pequeño trekking con baño en unas cascadas
- Visita a un típico pueblo de artesanos en la selva
- Rafting en unas barcas de bambú
- Comida en restaurante local
- Visita al centro de elefantes Chiangmai Mahout Training Center, donde darles de comer, pasear en sus lomos, bañarse con ellos…
La actividad es del todo para turistas, y teníamos nuestras dudas, pues no nos suelen gustar los planes tan dirigidos. El tema de los elefantes también nos causaba un dilema moral. Al final decidimos hacerla, también un poco pensando en Amets, y la verdad es que disfrutamos mucho.
El trekking no está mal, con su bañito para quitar el calor. El pueblo de artesanos, una turistada y encima muy cutre y sucio. Los elefantes, una experiencia muy bonita, aunque siempre te queda la sensación de que has participado de algo que quizá vulnere sus derechos, aunque no vimos nada raro. La comida genial, y el rafting también fue muy divertido.
El tercer día alquilamos nuestra primera moto en Tailandia
(bueno, nuestra primera moto en general).
Por 400 baht tenemos dos motos a nuestra disposición para todo el día. En una de ellas vamos dos adultos y el peque, y en la otra dos adultos.
Con ella nos acercamos al templo Phra Shing y las cascadas Mae Saa, donde nos damos un refrescante chapuzón. Si bien no son espectaculares, a nosotros nos encanta la naturaleza,y siempre incluimos este tipo de planes en todos nuestros viajes.
La experiencia de la moto nos encantó, más adelante repetiríamos.
El cuarto y último día hacemos una actividad en familia muy divertida.
Reservamos un curso de cocina en el hotel por 1800 baths los tres.
Nos van a recoger por la mañana para acercarnos a la escuela. Allí te hacen elegir los diferentes platos que vas a cocinar. Ataviados con unos delantales y unas cestas, vamos a un mercado a elegir los ingredientes. La experiencia, aunque también muy turística, es muy auténtica. El grupo es reducido y en el mercado, autóctono, puedes ver de todo.
Disfrutamos como enanos cocinando con tantísimos ingredientes, y comiendo después nuestros platos. Si viajas con niños, te recomendamos hacerlo, y si no, pues también. A nosotros nos encantó la comida tailandesa, aún seguimos cocinando algunos platos en casa.
La escuela se llama Thai kitchen ookery centre.
La tarde la repartimos entre una siesta, baño en la piscina y nuestro primer masaje thai.
El masaje thai tiene muy poco de relajante. Te pegan unos meneos y estiramientos bastante fuertes, y se hace cuerpo a cuerpo con la masajista, que se te echa encima para estirar cada miembro de tu cuerpo.
Es para gustos, a mí me dejó renovada, pero a Dani no le gustó mucho.
Nuestra aventura en Chiang Mai terminaba aquí, al día siguiente tomaríamos un bus a Sukhothai, nuestro siguiente destino.
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