
Hoy os voy a hablar de nuestra experiencia con el Couchsurfing. En concreto, del couchsurfing en familia, que es lo que nosotros conocemos.
Hace varios años vi por televisión que había un movimiento de gente joven que ofrecía su sofá a viajeros. En aquel momento me pareció curioso, pero no estaba entre nuestras opciones dormir en el sofá de un desconocido.
El año pasado, buscando destinos para el viaje de verano, vimos un vuelo a Japón muy bien de precio. Siempre habíamos leído que era un país caro, y buscando opciones de alojamiento baratas me acordé de aquello que había descubierto hacía unos años. Para mi sorpresa, la web de couchsurfing era lo más parecido a una web de búsqueda de hoteles. Puedes poner un montón de filtros a la hora de buscar anfitrión: edad, sexo, si tiene niños, si acepta niños, si tiene mascotas, si ofrece habitación privada, cuántas personas puede alojar….
El viaje a Japón se perfilaba como algo alcanzable, pues había cientos de japoneses que potencialmente podían acoger a una familia como nosotros.
Me abrí una cuenta, y al poco empezamos a vivir la experiencia de couchsurfing en familia, primero como anfitriones. Como tenía muchas ganas de probarlo, miré en la opción buscar viajeros y ofrecí mi casa a una argentina que buscaba alojamiento por la zona. Fue nuestra primera invitada, y nos encantó la experiencia. Compartimos agradables conversaciones sobre viajes y trabajo, e incluso vino a mi escuela a dar una charla para agradecer nuestra hospitalidad.

Después acogimos a una familia polaca con dos niños pequeños, y quedamos encantados. Amets vivía con ilusión tener unos invitados tan especiales, aunque no hablaran su idioma. Y nosotros practicábamos inglés y compartíamos experiencias.
Tras estas primeras experiencias han venido otras. Por nuestra casa han pasado otras dos familias de Israel e Italia y una pareja de españoles que nos han contado sus cientos de viajes.

Y nosotros hemos estado en familias de Irlanda, Japón, República Checa y Malasia.
La verdad es que encontrar gente que acoja a niños en su casa no es tarea fácil, hay que dedicarle tiempo seleccionando y enviando solicitudes. Pero una vez que lo consigues, merece la pena.
A continuación os describiré las ventajas y desventajas que le vemos a alojarse en couchsurfing con tus peques:
VENTAJAS

- Conocer de cerca la vida en vuestro destino turístico. Podréis preguntar sobre cocina, educación, hobbies, trabajo… Cosas que no descubriríais si os alojáis en un hotel. En países de culturas muy diferentes a la vuestra, la experiencia es genial. Nosotros en Japón aprendimos muchísimo en las casas en las que nos alojamos.
- Vuestros anfitriones os aconsejarán sobre restaurantes, actividades, lugares menos turísticos, rutas, horarios… Normalmente todo el mundo está encantado de ayudar.
- Vuestros hijos podrán jugar con sus hijos, si los tienen. Y si no hablan el mismo idioma, tendrán que ingeniárselas para hacerse entender. Y, creedme, siempre lo consiguen.
- Normalmente podrás cocinar en la casa donde te alojas. Si viajas con peques, es una buena opción. También te suelen ofrecer poner una lavadora, que a mitad de un viaje suele venir bien.
- En ocasiones los anfitriones te llevan a visitar algo de la zona, a cenar por ahí, a algún parque o ruta para niños… Es como ir a visitar a un amigo y hacer planes con él.
- Obviamente, el lado económico. ¡Te saldrá gratis! Nosotros, para agradecer su hospitalidad, solemos cocinar algo algún día y llevarles algún souvenir. Normalmente llevamos información turística de nuestra tierra, y si hay niños algún detalle como algún cuento de Amets o algún pequeño juguete que ya no use. Hay que ser agradecidos.
DESVENTAJAS
- Te tienes que adaptar a los horarios y normas de la casa. Antes de llegar, te recomiendo que leas detenidamente el perfil de tu anfitrión y le dejes claro cuáles son vuestros planes, para que no haya malentendidos. Hay gente que espera que pases tiempo con ella, y no podrás estar todo el día fuera.
- No todo el mundo tiene la casa tan limpia y ordenada como tú. Nosotros hemos tenido un par de situaciones de casas que para nosotros no cumplían el mínimo de higiene o comodidad. En esos casos, muy sutilmente, nos íbamos al día siguiente, explicando que habíamos cambiado de ruta o algo así.
- A veces llegarás muy cansado, y no podrás irte a dormir sin más. Tendrás que hacer el esfuerzo de cenar con la familia y tener una conversación aunque no te apetezca. Al fin y al cabo, no estás en un hotel.
- Habrá veces que llegar a las casas sea toda una odisea, porque están muy a las afueras, las indicaciones no son claras…
- Te puede ocurrir que no tengas demasiada conversación con la familia que te acoge. Por el nivel de inglés, por la cultura, la forma de ser… Se dan situaciones muy curiosas.
Hay que ser consciente de lo que es el couchsurfing, y estar preparado para renunciar a ciertas exigencias y comodidades, obviamente. Nosotros hemos tenido todo tipo de experiencias, pero siempre ha merecido la pena, y de todo hemos aprendido.
Lo que solemos hacer es alternar días de hotel con días de couchsurfing, para poder estar unos días más a nuestro aire. Y otro truco es decir que vas para uno o dos días, y si luego estás a gusto siempre hay tiempo de alargar la estancia.
El denominador común de todas nuestras experiencias de couchsurfing es que la gente que abre su casa es amable y de mente abierta, y se suelen dar situaciones y anécdotas que a menudo son las más recordadas del viaje.
Eso sí, normalmente, si quieres que te acojan deberás acoger tu también.
No es imprescindible, pero la gente se suele fiar más si ya tienes referencias anteriores. Lo bueno de este sistema es que cada uno decide lo que ofrece, y hasta qué punto se implica. Es mejor que en tu perfil aparezcan detalles como si vas a compartir tu tiempo, si ofrecerás cenas y desayunos, si dispondrán de sábanas y toallas o a qué horas prefieres que dejen tu casa. Así, el invitado se hace a la idea de lo que encontrará y luego no hay malentendidos.
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