
Amanecemos en Kajov, amenizados por los cantos de los niños del pueblo, que van pidiendo caramelos de casa en casa.
Después nos explicarán que es una canción del día de Pascua. Tradicionalmente, sólo los hombres salen a pedir a las mujeres, amenazándoles con darles con una rama si no reciben nada. Hoy en día niños y niñas pueden salir a cantar, pero la vara y la letra de la canción no han debido de cambiar.(Al menos esto entendí yo en las explicaciones de nuestra amiga Marketa).
Sin comentarios.
Tras desayunar nos ponemos rumbo a Pýsely, donde nos esperan nuestros primeros couchsurfers checos. Antes de llegar queremos hacer varias paradas.
La primera, Ceské Budejovice, a la que llegamos enseguida. El día es frío y lluvioso y sus calles están desiertas. Cogemos el coche y nos acercamos a la fábrica de cerveza de Budweiser. No hay tour hasta las 14, así que vemos el museo interactivo (que no está nada mal y además es gratis) y nos vamos.
Después nos acercamos al castillo de Hluboka. Aquí no conseguimos aparcar gratis, por todo el pueblo hay que abonar una tarifa, aunque no es caro. El castillo por fuera es muy chulo. Nos hacemos unas fotos, intentamos buscar unos cachés sin suerte y nos acercamos a la entrada.
Para no variar, no hay tour en inglés a esa hora, aunque tampoco nos importa mucho. Nos gusta ver los edificios, pasear alrededor… Cada vez solemos entrar a menos museos y edificios de pago.
Volvemos al pueblo y disfrutamos de una buena cerveza y comida checa. Eso ya nos gusta más.
Hacemos otra parada en Tabor, ciudad que tiene buena pinta, pero el día sigue lluvioso y frío. Entramos a los pasadizos del museo husita, por resguardarnos un rato y decidimos irnos a nuestra casa de acogida.
Conocemos a Marketa y sus hijos y charlamos un rato. Al día siguiente queremos visitar la zona del castillo de Praga, pero siguen anunciando lluvia, incluso nieve. Marketa nos habla de un aquapark cubierto que hay en las afueras de Praga y pensamos que será un plan genial para el día siguiente.
¡A dormir!
Por la mañana estamos solos en la casa. Desayunamos y nos vamos hacia Praga, a ver la zona del castillo por la mañana. Llevamos mochilas con bañadores y demás, pues por la tarde queremos ir al Aquapalace. Aparcamos gratis al lado del metro Opatov, en un sitio que nos sugiere Marketa, y que a la vuelta nos pillará cerca del aquapark.
El castillo de Praga es enorme, da para un buen rato. Pero descubrimos que no somos los únicos de vacaciones por ahí. Colas para comprar entradas, muchedumbres siguiendo a guías… Un poco agobio, la verdad. En la zona del castillo casi todo es de pago. Hay diferentes tickets para los diferentes museos y edificios. ¿Y a que no sabéis cual elegimos?
¡La torre! Pagamos los 150 Kc que vale y emprendemos la subida. Las vistas, fabulosas.
Al terminar empieza a caer agua-nieve. Nos resguardamos en un restaurante, bajamos hacia el muro de John Lehnon, al puente de Carlos y decidimos dejar Praga para dentro de dos días. Esperamos que con mejor tiempo.
Cogemos el coche rumbo al Aquapalace, el momentazo del viaje según Amets. La verdad es que está genial, es el lugar perfecto para ir en familia. Está dividido en varias zonas: toboganes grandes, barco pirata, piscina de olas, piscina con pecera, jacuzzis… Y debe de haber otra zona para adultos en plan spa – relax. Nosotros de relax nada, nos tiramos unas 50 veces por cada tobogán. Muy divertido.
Cena en un Mc Donalds de al lado y vuelta a casa. Ya estaban todos acostados, los checos llevan un horario muy europeo.
Deja una respuesta