Nuestro vuelo a Núremberg llega a las 22 de la noche, por lo que dormimos en un hotel en el aeropuerto, el Mövenpick Hotel Nürnberg Airport. Está a unos metros de la puerta de salida de la terminal y es cómodo y silencioso. A la mañana siguiente tenemos reservado un coche en la misma terminal. Lo habíamos reservado a través de Ryanair pero es de la compañía Thrifty. Hacemos la gestión en unos minutos, y para las 9,30 de la mañana conducimos rumbo a Plzen.
Hay que informarse bien si se quiere ver esta fábrica de cerveza, pues hay diferentes tours y no están todos en el mismo lugar de la ciudad. Nosotros elegimos mal. En la web www.prazdrojvisit.cz/en/ puedes informarte sobre ellos e incluso reservar.
Hay tres tours principales: el Brewery tour se lleva a cabo en la enorme fábrica fuera del centro de la ciudad (200CZK). Y el Museum tour y Underground tour en un museo que hay en el centro histórico (90, 120 CZK).
Nosotros entramos al museo y la verdad, no había nada especial. En ese momento no hay tour en inglés y sólo pasamos por varias salas con paneles informativos y recreaciones sobre la historia de la cerveza. Eso sí, incluye en el precio de la entrada la que sería nuestra primera cerveza checa.
Supongo que el tour más interesante será el que tiene lugar en la fábrica de cerveza. Nos acercamos por ahí pero ya no tenemos ganas de hacer un tour por lo tarde que es.
Un poco decepcionados, cogemos nuestro coche rumbo a Kajov, donde nos espera nuestro apartamento al lado de Ceský Krumlov.
Este alojamiento fue inmejorable. Situado a 4 kms de la maravillosa Ceský Krumlov, en el Orange Loft Apartment te sentirás como en casa. Su precio, unos 35 euros la noche, nos ofrecía un impecable estudio con tres camas, cocina – salón y baño con todo lo imprescindible para pasar unos días.
La dueña, amabilísima, te deja un pastel recién hecho, cervezas en la nevera, cereales, chocolates, enseres de baño, todo lo indispensable para cocinar… Te sientes como un invitado, más que como un huésped. Incluso llamó por teléfono a una pizzería para que nos trajeran la cena a la habitación. Eso sí, te tiene que gustar el color naranja. Tooodo era naranja, incluida la nevera.
Nos vamos a dormir, al día siguiente nos espera Ceský Krumlov, una ciudad de cuento de hadas.
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