Dejamos Koh Tao para pasar nuestras últimas noches en este país que nos está cautivando. Tras casi una semana de playa queremos terminar con algo de historia, y decidimos acercarnos a Kanchanaburi.
El camino es largo: barco de Koh Tao a Chumpon, tren nocturno a Bangkok y ya veremos cómo llegar a nuestro destino.
Los billetes de primera, con camarote y aire acondicionado están vendidos, así que viajamos en vagón – cama normales. Ya tenía yo ganas de viajar en un tren cama, y la verdad es que se descansa bastante. Eso sí, a veces me despierto varias veces sobresaltada con pitidos, frenazos… lo típico en un tren. La experiencia del tren nocturno me gusta, repetiré seguro.
Al llegar a la estación de Bangkok somos presas una vez más de una pequeña estafa al turista. Queremos ir a Kanchanaburi en transporte público, y por la estación de tren hay personas que aparentemente ofrecen información turística. Se acercan, les preguntas por el transporte y te dicen que les sigas. Te llevan a una oficina de viajes en la misma estación a comprar los billetes. Pero claro, esos billetes son transfers privados, no autobuses de línea.
A nosotros nos pilla un poco desprevenidos y aceptamos pagar 400 bahts cada uno (a la vuelta pagaremos 110). Además, nos hacen esperar casi dos horas, vamos parando por diferentes hoteles a recoger gente, a echar gasolina… Llegamos a destino tres horas y media después, mega-cabreados. Debería haber costado 2h y un cuarto de ese precio.
Por lo tanto, para llegar a Kanchanaburi desde Bangkok es mejor acercarse a la estación de autobuses de Mo Chit y montarse en una furgo, que salen con poca frecuencia y el precio es igual para todos.
El puente sobre el río Kwai
La ciudad de Kanchanaburi rezuma historia. Nosotros dedicamos un día a pasear por los alrededores del puente y el cementerio. Para cenar encontramos un mercado callejero donde probar un montón de tentempiés.
Cascadas Erawan
El día siguiente nos queremos acercar a ver estas cascadas y refrescarnos en ella. Hay varios autobuses al día que te acercan por 50 bahts. La entrada a las cascadas vale 300 baths, bastante caro para los precios del país. Pero disfrutamos de una mañana en la naturaleza.
Vas subiendo a los diferentes niveles, donde es posible bañarse. Por el camino hay varios altares de ofrendas textiles, una cosa muy curiosa.
Donde más tiempo empleamos es en uno donde hay una gran roca con un tobogán natural.Nos tiramos decenas de veces, es muy divertido. Eso sí, cuando caes al agua hay un montón de peces de esos que te chupan la piel esperando. Yo nadaba como si me persiguiera un tiburón.

Ni Kanchanaburi ni las cascadas Erawan son de visita imprescindible en tu viaje a Tailandia, pero si tienes días suficientes merece la pena acercarse a la zona. Además, no hay que desviarse demasiado, pues están bastante cerca de Bangkok.
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