Nuestra estancia en esta mega-urbe no fue de lo mejor del viaje. Con más de 15 días por Japón a las espaldas ya nada te sorprende como el primer día. Moverse por Tokio no es fácil, pues hay varias líneas de metro de diferentes compañías y cada bono o billete sólo te sirve para una de ellas. Por lo tanto, la primera dificultad es entender los planos, billetes…
Aún y así, una semana en Tokio da para mucho.
Tras visitar Disney, teníamos una couchsurfer que nos alojaba en la zona de Shinkoiwa por dos noches, luego otra en la zona de Setagaya y finalmente tres noches de hotel cerca del parque Ueno.
DÍA 1
El primer día en casa de Satoko y Daiki pasamos la mañana por nuestra cuenta.
Nos acercamos a Ryogoku, donde está el estadio y museo del sumo.
Después al mercado de Nishiki, donde compramos algúnn souvenir. No conseguimos ver pescado, pues creo que a hay que ir pronto, pero sí probar el sushi. Entramos en unos de esos sitios donde van pasando los platos y después te los cobran según su color.
Más tarde echamos a andar bajo un sol abrasador hacia el Observatorio del World Trade Center. Descubrimos que Tokio a pie no es viable. Este observatorio cuesta 620 yenes para los adultos y 360 los niños, y ofrece grandes vistas sobre Tokio sin hacer cola. Elegimos ésta en lugar de la Tokio Tower, mucho más cara y masificada.
Por la tarde habíamos quedado con Satoko y su hijo Daiki. Nos llevaron a ver una exposición muy extravagante de peces «Golden fish» en peceras de cristal.
DÍA 2
Por la mañana nos despedimos de nuestros nuevos amigos en un parque de su barrio.

Nuestra siguiente couchsurfer, Aya, vivía en la otra punta de la ciudad. Nos preparó unos noodles y por la tarde fuimos al templo Sensoji con ella. Estaba abarrotado, pues por la noche había un festival de fuegos artificiales que también vimos con ella.
DÍA 3
El día siguiente por la mañana, Aya nos recomendó una piscina con toboganes para que Amets tuviera un respiro de tanto asfalto. Otra experiencia genuina a la japonesa: flotadores, ropa hasta las orejas… Cada media hora tocaban un silbato y todo el mundo se salía del agua 5 minutos.(????)
El resto del día lo repartimos entre Shibuya, parque de Yoyogui, Takeshita Dori…

Grabación del cruce de Shibuya con rally incluído.
(Yoyogui, tokiotas cazando Pokemon y rockabillies. Mucha gomina y poca gracia)
DÍA 4
Tras probar lo que es montarse en hora punta en el metro de Tokio, nos acercamos al Hotel Edoya, reservado por Booking. A mí me gustó su estética tradicional y su ubicación, aunque está algo anticuado.
Éste fue nuestro día más aburrido de Tokio, visitando Ginza y las zonas comerciales de Roppongi e Ikebukuro.
Si te gustan los videojuegos, la realidad virtual, los salones de juego, la tecnología…. Disfrutarás como un enano.
DÍA 5
Éste día decidimos no usar transporte público, y nos movimos en el entorno del hotel. Además, cayeron varias tormentas que no animaban a hacer nada.
Visitamos el mercadillo de Ameyoko, cerca del parque Ueno, donde compramos la camiseta de fútbol de Japón para Amets.
Entramos en el inmenso museo de Naturaleza y Ciencias, muy recomendable para ir con niños. Hay maquetas enormes, proyección en un observatorio… Da para muchas horas si te gusta estar de museos.
Descansamos y volvimos a pasear por la zona de Ueno, donde cogimos información para ir al aeropuerto de la manera más económica posible.
Por fin probamos a comer en una de esas
máquinas que llevábamos viendo tanto tiempo.
Eliges, pagas, entras con el ticket y te sirven.
DÍA 6
El último día en Japón empleamos la mañana en subir al observatorio del Gobierno Metropolitano para volver a ver Tokio desde lo más alto. Está situado en un enorme edificio de dos torres. Este observatorio es gratuito, por lo tanto de visita obligada, y está situado en Shinjuku, el barrio de las tiendas de electrónica.
Por la tarde nos acercamos a Odaiba, la isla artificial. Allí nos subimos a la noria gigante, nos fotografíamos con la estatua de la libertad, visitamos el museo de la Toyota y paseamos por sus centros comerciales.
El tren automatizado que te cruza el Rainbow Bridge, es muy chulo, sobre todo si vas delante del todo.
Tocaba preparar las maletas para coger el vuelo a Madrid a la semana siguiente. No nos pudimos resistir a la foto con los kimonos del hotel.
¡Sayonara, Japon!
(Aunque, según nos explicaron, esta expresión tiene connotaciones negativas, pues significa algo así como «hasta nunca»)
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