Por fin emprendemos un viaje al país vecino. El COVID arruina todos nuestros viajes internacionales (Sudáfrica, Camboya, Malasia... tendrán que esperar), y, resignados pero ilusionados de por fin montarnos en un coche tras meses de confinamiento, rodamos hasta la frontera. Para empezar, elegimos pasar 4 días en Oporto, no tenemos prisa y queremos viajar tranquilos.
Quizá por la falta de expectativas, o quizá porque lo merezca con creces, Oporto se pone entre las primeras en la lista de mis ciudades favoritas.
Ya sea para dar agradables paseos por su centro histórico, degustar su gastronomía y bodegas, ir de compras o visitar sus iglesias con azulejos blancos y azules, seguramente sea un destino que se adapte a cualquier viajer@.
Esto es más o menos lo que hicimos 3 días en Oporto (4 noches), a ver si os damos algunas ideas:
DÍA 1
Salimos de nuestro apartamento en Rua de Cedofeita (una buena zona para alojarse), y andamos hasta la oficina de turismo de Avenida dos Aliados, donde una chica muy simpática nos da un montón de buenos consejos para los próximos días.
Paseo y un poco de shopping por la transitada Rua Sta Catalina con paradas en los exteriores de las iglesias Ildefonso y Capela das Almas.
Estación de San Bento (más azulejos) y vista privilegiada desde el mirador de Vitoria ¡NO TE LO PIERDAS!
Asfixiados, volvemos al hotel, bañito en la piscina y primer paseo por Ribeira, el encantador barrio junto al río.
DÍA 2
El día va sobre ruedas, en su sentido literal. Caminamos hasta la zona de Ribeiro, alquilamos tres bicis y nos decidimos a llegar a alguna de las cercanas playas de la ciudad. Elegimos Northroad, 10 euros cada una para 6h. El hombre nos da un mapa y buenos consejos.
Rodamos al borde del río , y tras dejar atrás en puente da Arrábida y el faro Felgueiras, ya al lado del mar. Pasamos las playas de los Ingleses, Gondarém... Pero, aunque las vistas son bonitas, no nos animamos a bañarnos hasta llegar a Matosinhos, con menos rocas y algas.
Terminamos la excursión de 10km buscando un lugar donde probar un arroz con marisco. Recomendados por el chico del alquiler de bicis nos acercamos al final de las calles Rua Heróis de Françay y Avenida de Serpa Pinto, pues es ahí donde están los locales que frecuentan los lugareños.
La vuelta en bici, en lugar de por la costa, la hacemos cruzando varios parques de la ciudad: Parque da Cidade, Pasteleira... aprovechamos así la sombra de éstos y devolvemos, satisfechos, las bicis, con 20 kms en el cuerpo. Toca relajarse en la piscina del hotel.
Salimos a cenar a la animada plaza Poveiros el mejor lugar para probar las famosas francesinhas.
Este plato nos sorprende muy gratamente, elegimos la terraza del Santa, y recomendamos su carta.
DÍA 3
Último día en la ciudad, toca hacer las visitas más turísticas, y el día amanece con una niebla cerrada que no levanta hasta mediodía.
Cruzamos, por fin el puente de Luis I por arriba y llegamos a Gaia, la zona de bodegas. Hay un teleférico para bajar, pero decidimos hacerlo andando. Las vistas de Oporto desde ese lado son un regalo, no nos cansamos de hacer fotos. Preguntamos en varias bodegas para visitarlas, pero los altos precios (10-15 euros por persona) y que no nos gustan mucho los vinos dulces nos desaniman. Quizá en un futuro viaje.
Comemos en una terraza llena de trabajadores locales (Sao Gonçalo), y probamos las famosas alheiras incluidas en el plato del día. Tienen forma de salchicha pero son más bien una masa similar a nuestras croquetas, contundente pero rico.
Aquí van unas cuantas fotos tomadas en Gaia:
Volvemos a cruzar al puerte, esta vez por abajo, donde unos jóvenes están dando unos saltos de infarto. Paseamos por la zona de la catedral de Sé, desde donde también hay unas vistas preciosas de la ciudad.
Terminamos el día paseando por la zona más moderna, el palacio de la música y cena en el mercado de Bom Sucesso
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