
Esta etapa está marcada por la visita al campo de concentración de Mauthausen. Este lugar, junto con el campo de la cercana Gusen, en donde también se puede visitar un pequeño memorial, fueron los dos únicos campos nazis de Grado III. En ellos las condiciones eran más adversas si cabe que en el resto. Mauthausen fue utilizado para tareas de exterminio de la inteligentsia, gente ilustrada y de clase social alta.

Llegada a Mauthausen
Aunque siempre resulta sobrecogedor visitar estos lugares, pienso que los cientos de miles de personas que sufrieron y perecieron entre sus muros merecen nuestro recuerdo. Que detengamos nuestras felices vacaciones por un momento para recapacitar sobre la vileza del ser humano.
El lugar es dolorosamente bello. Situado en lo alto de una colina, ofrece al visitante amplios jardines y tranquilos rincones donde sentarse a recapacitar. Hay numerosas obras de arte de los diferentes países que sufrieron pérdidas humanas, y los interiores, mucho más aterradores, están bien documentados.
La entrada es gratuita. Eso sí, llegar a ella en bici requiere un esfuerzo, unos 3 kms de elevada pendiente. Hay quienes candan su bici en el pueblo y toman un taxi. Nosotros conseguimos llegar por nuestro propio pie.

Volvamos a la etapa. Tras pedalear los 20km hasta aquí y dedicarle un par de horas a la visita, nuestras tripas empiezan a sonar. Hace mucho calor hoy, la subida ha sido asfixiante y en la visita también hemos estado mucho al sol. Decidimos bajar en busca de un lugar más sombrío.
Cuando vemos en el pueblo de Mauthausen un complejo de piscinas con un tobogán que se ve desde fuera no dudamos en entrar (Freibad Mauthausen). Por apenas 12 euros los 4, entramos. Allí encontramos unas mesas donde comernos los bocatas que habíamos preparado a la mañana en el Airbnb de Linz.
Nuestro peque agradece enormemente el momento. Viajando con niños hay que tener muy en cuenta este tipo de recompensas, tras una (para ellos) aburrida mañana de museo.
Sin darnos cuenta, se va haciendo tarde, y aún nos queda media etapa. Cruzamos a la orilla sur, pues nuestro hotel está en Wallsee y sabemos que el siguiente puente está cerrado. Pedaleamos sin más paradas, jugando a hacer relevos. Vamos en fila, y el último ha de ponerse en cabeza. ¡Ya! El siguiente lo mismo. Sin darnos cuenta, con este juego, aceleramos nuestra marcha, y conseguimos llegar a Wallsee en poco tiempo.
¿Dónde está el hotel? ¡Sorpresa! ¡En lo alto del pueblo!!!
Ya llevamos 59kms. Nos reciben con una bebida de cortesía que no nos gusta mucho. Nos duchamos, y bajamos a cenar unas pizzas. El alojamiento está muy bien, en plena plaza del pueblo (aunque esto en Austria no es garantía de ambiente, son las 19h y está todo desierto).
Satisfechos, un día más, de nuestra
aventura familiar del Danubio en bici.

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